“Cataluña”
¿Cuánto daño, injusticia, dolor y
muerte han provocado los sentimientos, cuando se siguen sin aplicar algo de
razón?
En estos días, y después de la
“Diada” en Cataluña, no puedo dejar de pensar en las razones que un querido
amigo alicantino, y separatista catalán, intentaba exponerme cuando hablábamos
sobre el problema de esta parte de España.
Después de largas conversaciones
telefónicas y electrónicas, mi querido amigo siempre terminaba con una frase
lapidaria, “…tú no puedes entenderlo, es un sentimiento, es algo tan grande
(…); cuando llego a mi tierra y oigo mi idioma (…), no lograrás entenderlo
nunca, ese sentimiento no se puede explicar…”. Con ella, intentaba escapar de
cualquier argumento en contra, simplemente, no aceptaba que podía existir otra
forma de ver el mundo, y que los idealismos extremistas no conducen a nada
bueno.
Cuando no puedes argumentar las
opiniones, cuando te demuestran que estás equivocado o que los cimientos de tus
pensamientos son falsos, entras en un proceso difícil y que no todo el mundo es
capaz de aceptar. No todo el mundo es capaz de evolucionar. Es mucho más fácil
pensar que los argumentos exhibidos, son mentira, se han manipulado o
simplemente se aceptan, pero prefieren seguir guiándose por unos sentimientos
inexplicables.
¿Cómo serían los sentimientos de
los alemanes cuando dieron todo el poder al pequeño cabo que los llevó a la
ruina, que defendía que el sentimiento de ser alemán estaba por encima de
cualquier otro y que había mucha gente que quería hacerles daño o destruirlos?
Por supuesto, siempre que los
pensamientos se basan en algo que ni la razón ni la historia contemplan, tienen que apoyarse además, y
sobre todo, en la existencia de un enemigo, que tiene que ser el culpable de
todos tus problemas, en cuanto te libres de él, vas a llegar al “Nirvana”,
todos los conflictos van a desaparecer y la felicidad se instalará para el
resto de los días cerca de ti y de los que piensan como tú. “España nos roba”,
“… el resto de España vive a costa de nosotros…”; “…nos tienen oprimidos, no
nos permiten ser libres…”
¿Seré yo, o realmente llevamos
unos años oyendo frases parecidas a las de hace un poco más de un siglo?.
¿No hemos aprendido nada?, cuanta
ilusión engañada, cuanta frustración provocada, cuanta sin razón andando por
“la diagonal” de esa ciudad que fue, de esa gente que entiende que son
distintos y mejores.
Mi familia es el reflejo de una
España plural, fruto del esfuerzo, aciertos y errores de nuestros padres; de
una fusión de gentes de todas partes de esta piel de toro y de la virtud de la
buena gente que se mueve por España. Apellido catalán, de cinco generaciones en
Andalucía, con reminiscencias baleares y con otros progenitores descendientes
conversos y profundamente jiennenses. Eso es lo que somos y nadie es más que
cualquier miembro de mi familia si no es por su esfuerzo.
Si tanto hay que respetar ese
sentimiento fuera de toda razón, ¿por qué no respetar el mío? Cataluña también
forma parte de mí y de España.
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